Suelo pélvico. ¿Te suena? Por suerte cada vez existe más consciencia sobre qué es, cómo se trabaja y cómo puede afectarnos una disfunción en esta estructura.
Aun así, el camino que nos queda por recurrir para visibilizar este tema todavía es largo. Muchas personas no saben cómo puede afectarles una disfunción del suelo pélvico y de qué manera pueden prevenir los problemas que se derivan.
Si este es tu caso y no sabes muy bien de qué te estoy hablando, te recomiendo que leas este artículo. Puede que te sea de mucha utilidad. Pero empecemos por el principio:
Contenido
- ¿Qué es el suelo pélvico?
- ¿Qué puede pasar en caso de disfunción del suelo pélvico?
- Para ambos sexos
- Problemas que afectan a las mujeres
- Disfunciones que afectan a los hombres
- ¿Qué factores de riesgo pueden favorecer una disfunción de suelo pélvico?
- Pero, ¿son las disfunciones de suelo pélvico muy comunes?
- El aspecto psicológico de la disfunción pélvica
- ¿Qué debo hacer si padezco una disfunción de suelo pélvico?
- Vale, ¿y qué soluciones existen?
- ¿Cómo abordo yo este problema en consulta?
- Mi programa de 10 sesiones: ¿como funciona?
- Paso 1
- Paso 2
- Paso 3
- Paso 4 (opcional)
- Recupera tu centro de poder
¿Qué es el suelo pélvico?

Se llama suelo pélvico al conjunto de estructuras que sostienen tus órganos pélvicos.
Tu cuerpo dispone de una serie de músculos y tejidos conectivos que permiten que tus órganos pélvicos se mantengan en su sitio. Pero, como verás, esta no es la única función de esta estructura.
Por ejemplo, parte de los sistemas nervioso, linfático y vascular que bajan hasta los pies atraviesan el suelo pélvico. Por eso, es posible que un problema a ese nivel te produzca molestias o una mala circulación en las piernas.
Por otro lado, las fibras musculares del suelo pélvico son las que, a la altura de la uretra y el ano, se modifican y forman los esfínteres. La vagina, en cambio, carece de esfínter.
Para sujetar tus órganos a nivel de la pelvis, la estructura muscular de tu suelo pélvico se conecta al abdomen, donde se une a músculos más grandes y a membranas que llamamos fascias.

Pero, ¿a qué órganos nos referimos cuando hablamos de órganos pélvicos?

- A la vejiga y la uretra. Estos dos órganos componen uno de los tres compartimentos en los que se organizan los órganos pélvicos: el llamado compartimento anterior.
- Al útero y la vagina, que encontramos en el compartimento medio.
- Al recto y al conducto anal, que forman el compartimento posterior.
A pesar de que existan estos tres compartimentos, todos estos órganos están ligados entre sí y al resto del suelo pélvico a través de un tejido conectivo.
Sin embargo, se suelen evaluar de forma individual mediante distintas especialidades, de modo que existe el riesgo de perder la perspectiva del suelo pélvico en su conjunto.
Por si fuera poco, sobre el suelo pélvico también reposan los órganos de la pelvis mayor, que alberga los intestinos, y la pelvis menor, con los órganos urogenitales (vejiga, útero, trompas, ovarios, próstata, glándulas seminales y parte terminal del colon).
Ahora, vamos a lo importante:

¿Qué puede pasar en caso de disfunción del suelo pélvico?
Encontramos disfunciones específicas para cada sexo, y otras que afectan a tanto hombres como mujeres. Empecemos por ahí.
Para ambos sexos
Un síntoma frecuente es la incontinencia urinaria.
Para que te hagas una idea, lo “normal” es orinar un promedio de entre 1.000 y 1.500ml repartido en 5 micciones. Eso sin necesidad de levantarse por la noche y con la capacidad de controlar el inicio de cada micción.
Teniendo estos datos como referencia, pasemos a ver los diferentes tipos de incontinencia que existen y cuáles pueden deberse a un problema de suelo pélvico.
- Incontinencia de urgencia. Es cuando entran unas ganas muy repentinas de orinar, llegando incluso a tener pérdidas.
A veces se acompaña de una sensación de plenitud temprana (antes de que la vejiga esté realmente llena, de lo que nos daremos cuenta si la micción es de una cantidad inferior a la normal).
Después de la micción, este tipo de incontinencia puede dejarnos con la desagradable sensación de no haber vaciado nuestra vejiga completamente.

– Desde que los del quiosco han puesto el 2×1 en bebidas vemos a mucha gente correr por aquí, ¿no?
– No sé, pero a mí ya me han preguntado tres personas si podían entrar en el tren solo pa’mear…
- Incontinencia de esfuerzo. Cuando la pérdida de orina se da al realizar cualquier movimiento o actividad física.
Reír, estornudar, practicar deporte, cargar con objetos pesados, ponerse de pie o agacharse puede provocar escapes de orina que van desde unas gotas hasta un chorro.
Cabe decir que este tipo de incontinencia no está siempre asociada a la necesidad de orinar.

– La próxima vez me pongo pañales…
- Enuresis/nicturia. Es la incontinencia nocturna o la necesidad de orinar durante la noche, hasta el punto de que esto perturbe nuestro sueño.
Estos tres tipos de incontinencia urinaria suelen deberse a disfunciones en el suelo pélvico. En cambio, veamos dos tipos de incontinencia que son debidos a otras causas:

– Ahora entiendo lo de soñar con las cascadas del Niágara…
- La incontinencia de origen neurológica. Está provocada por un aumento de los impulsos sensitivos en los receptores que controlan la tensión en las paredes de la vejiga.
En este artículo ya te conté como, en ocasiones, nuestro cerebro ordena la creación de más y más receptores, hasta el punto de hipersensibilizar una zona de nuestro cuerpo. En este caso, el mecanismo puede estar asociado a un trastorno y neurológico.
Como en la incontinencia de urgencia, aparece una sensación temprana de plenitud y urgencia por orinar.
- La incontinencia motora. En este caso, la pérdida de orina se debe a una hiperactividad del detrusor, la capa de músculo que forma parte de la pared de la vejiga.
El músculo detrusor es el responsable de contraerse para provocar la micción. Si sufrimos una incontinencia motora, existirá un fallo en la inhibición motora que debería controlar el reflejo de este músculo.
La incontinencia motora viene causada por enfermedades neurológicas, por causas psíquicas, por obstrucción (como en el caso de piedras en el uréter), o por una combinación de estos factores.
También puede desarrollarse a partir de accidentes cerebrovasculares, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson o lesiones medulares.
Como ves, la incontinencia urinaria no siempre permite diagnosticar una disfunción del suelo pélvico, si bien tengo que decirte que es la causa más frecuente.
Veamos qué otras alteraciones pueden deberse a una disfunción del suelo pélvico, seas hombre o mujer:
- Incontinencia fecal o de gases. Lo sufre de un 2% a un 20% de la población, según la franja de edad.
- Prolapso rectal. Se llama así a la salida parcial del recto por el orificio anal, ya sea solo durante la defecación o de manera permanente.
- Sensación de malestar en el vientre bajo, como pesadez al final del día o dolor al orinar. Esto ocurre por el efecto de la gravedad en los órganos, depositados sobre una estructura que carece del sostén necesario.
- Algunas hernias abdominales y lumbalgias secundarias también pueden deberse a una alteración del suelo pélvico.
- La hernia abdominal se forma cuando un órgano sale de la pared abdominal, lo que causa dolor, hinchazón y a veces enrojecimiento de la región.
- La lumbagia está a veces causada por tensiones provocadas por una caída de los órganos pélvicos.


¿Empezamos a ver la importancia de mantener nuestro suelo pélvico en buena salud?
Pues todavía hay más.
Pasemos a ver qué disfunciones del suelo pélvico afectan solamente a las mujeres:
Problemas que afectan a las mujeres

- El prolapso uterino. Es cuando se produce una salida parcial del útero por la vagina.
- El prolapso de la uretra por la vagina (uretrocele).
- Una caída del intestino que empuja la vagina hacia abajo (enterocele).
- Una caída del recto cae hacia la vagina (rectocele).
- Dolor pélvico al orinar, al defecar o durante el coito (dispareunia).
Disfunciones que afectan a los hombres

- Posibilidad de sufrir una inflamación de la próstata (prostatitis)
- Problemas eréctiles, tanto para conseguir una erección como para mantenerla.
- Falta de control a la hora de eyacular, o dolor al hacerlo.
No hace mucha gracia, ¿eh?
No te preocupes, si sigues leyendo aprenderás qué soluciones existen, tanto en prevención como en el caso de que ya padezcas una disfunción de suelo pélvico. Pero antes, pasemos a ver los factores de riesgo.
¿Qué factores de riesgo pueden favorecer una disfunción de suelo pélvico?

Diástasis, o lo que comúnmente llamamos «barriga cervecera».
- Para empezar, el embarazo y los partos naturales. Por este motivo, hay países donde se trabaja mucho el suelo pélvico en recuperación postparto. En algunos de ellos, como en Francia, estos cuidados están cubiertos por la seguridad social.
- La obesidad, con o sin diástasis (así se llama la separación del músculo rectoabdominal que suele darse sobre todo en hombres; puedes verlo en la imagen de la izquierda).
- El sedentarismo y pasar muchas horas sentado, un problema todavía más de actualidad desde el auge del teletrabajo.
- Los antecedentes familiares de debilidad del suelo pélvico. Es decir, con historial de incontinencia, prolapsos, o algunos de los problemas que hemos visto antes.
- La edad. Sabemos que, conforme pasan los años, nuestros músculos se debilitan, ¿no? Los del suelo pélvico no son una excepción.
- Ciertas enfermedades neurológicas.
- El estreñimiento crónico.
- La premenopausia y la menopausia, etapas en las que se producen cambios hormonales que debilitan nuestra masa muscular.
- La episiotomía, esa incisión en el perineo que se practica durante algunos partos.
- También los desgarros o algunas cirugías en la zona (como hemorroidectomías, prostatectomías o histerectomía).
- Algunos esfuerzos prolongados, repetitivos o desproporcionados (como correr en exceso, una tos crónica, llevar o levantar demasiada carga de forma inadecuada, etc.)
- La ingesta de algunos fármacos, como algunos antihipertensivos, antidepresivos, relajantes musculares o antiinflamatorios.
Pero, ¿son las disfunciones de suelo pélvico muy comunes?
Más de lo que se cree. Aquí tienes algunas cifras:

Las mujeres tienen menos reparo en consultar por problemas relacionados con su suelo pélvico que los hombres.
- La OMS estima que alrededor de 60% de las mujeres sufren una degradación significativa de su musculatura pélvica. Esta cifra se reduce al 30% en el caso de los hombres.
- Por otro lado, 1 de cada 3 mujeres consulta a su médico en algún momento por incontinencia.
- La prevalencia de la disfunción eréctil varía entre 10% y 52% de los hombres, dependiendo del grado, la edad y la frecuencia. Sin embargo, 8 de cada 10 hombres considera normal sufrir este problema. Por este motivo y por vergüenza, pocos de ellos consultan a profesionales.
El aspecto psicológico de la disfunción pélvica
La verdad es que hace realmente poco que consideramos y tratamos el aspecto psicológico que conllevan los síntomas de la disfunción pélvica, y eso que pueden causar cambios importantes en la vida cuotidiana de las mujeres y los hombres que las sufren.
A pesar de los esfuerzos por parte de algunas campañas informativas, este trastorno sigue siendo tabú, y aísla el que lo padece solo por el hecho de no saber dónde buscar ayuda.
Si bien existen cada vez más técnicas de tratamiento y accesorios destinados a mejorar este problema, todavía existen:
- Mujeres que renuncian a su vida social por miedo a tener escapes urinarios fuera de casa.
- Parejas que se distancian por no tratar las dificultades en sus relaciones sexuales.
- Y hombres que caen en graves depresiones por culpa de problemas eréctiles.

¿Qué debo hacer si padezco una disfunción de suelo pélvico?
- En primer lugar, intentar identificar la principal causa de disfunción. Pueden ayudarte tu médico, tu osteópata, un fisioterapeuta o una comadrona.
- Descarta otras causas, como una lesión mecánica o un origen neurológico. En el primer caso, la mayoría de estas lesiones se detectan fácilmente durante un examen osteopático.
En el segundo caso, se trata de ver si existe una enfermedad como el Parkinson, un AVC, un trauma encefálico, esclerosis múltiple o senilidad, entre otras.
- Descarta también que tu disfunción no sea debida a la ingesta de algún fármaco en concreto.
Normalmente, es algo que se asocia a medicamentos que provocan una falta de reactividad motora o sensorial, como los que te he enumerado antes (relajantes musculares, antidepresivos, etc.)
Si tomas alguno de estos medicamentos, intenta hacer memoria sobre si tus problemas empezaron a raíz de ello.
- Analiza también si alguno de tus hábitos podría haber provocado o agravado el problema (¿Has practicado algún deporte de impacto de manera abusiva?¿Sueles permanecer mucho tiempo sentado en mala postura…?)
Vale, ¿y qué soluciones existen?
En el número 1 de nuestro pódium y como solución insustituible, la prevención.
Realizar ejercicios de suelo pélvico ANTES de sufrir de cualquiera de estos problemas prevendrá su aparición.
¿Y si ya sufro de alguna disfunción?

La facilidad de tu tratamiento dependerá del grado de disfunción y de los síntomas asociados.
Tanto puede tratarse de un proceso sencillo y con resultados rápidos mediante rehabilitación muscular, como requerir ayuda de aparotología o, en el peor de los casos, requerir de intervención quirúrgica. Pero incluso en este último caso, la rehabilitación muscular sigue siendo indispensable.

Veamos más en detalle cada una de estas soluciones:
¿A qué me refiero con rehabilitación muscular?
A ejercicios apropiados, como ejercicios de Kegel e hipopresivos. Se recomienda que los realices acompañado de algún profesional certificado que pueda garantizarte una postura y una técnica correcta, además de seguir tu proceso.
Existen clases colectivas y sesiones individuales concebidas con este propósito.
¿Qué accesorios y aparatos se utilizan para tratar el suelo pélvico?
- Los conos vaginales, unos conos con pesitas que se introducen en la vagina.
- Las bolas chinas, que también pueden fortalecer la musculatura pélvica.
- Un electroestimulador. Existen equipos profesionales que tiene que usarse bajo control de personal sanitario y aparatos personales eléctricos.
- Los pesarios vaginales, en caso de que exista riesgo de prolapso.

¿Y la cirugía? ¿En qué consiste?
La cirugía reconstructiva de suelo pélvico se puede llevar a cabo de diferentes maneras: vía vaginal, vía abdominal, laparoscópica o un combinado de las anteriores.
En todo caso, recuerda que esto solo será necesario en los casos más extremos.
¿Cómo abordo yo este problema en consulta?

Como te he contado antes, puedes realizar ejercicios de suelo pélvico mediante sesiones colectivas o individuales.
Después de haber impartido sesiones de ambos tipos, tengo que decirte que siempre recomiendo empezar por sesiones individuales. ¿Por qué?
Porque movilizar tu suelo pélvico es poco intuitivo, y un poco complicado al principio. Por eso, puede requerir de una supervisión personalizada que asegure que estamos movilizando los músculos que corresponden.
Además, las sesiones individuales permiten que, en primer lugar, valore el estado de tu suelo pélvico. Si existe alguna alteración, indago sobre posibles causas.
Por ejemplo, examino las estructuras de alrededor, como el sacro y la zona lumbar. También miro si existe sobrepeso, te pregunto sobre tus hábitos, si has tenido partos y, en caso afirmativo, de qué manera se han desarrollado estos (si se te ha practicado episiotomía, si has hecho ejercicios de rehabilitación, etc.)
Sobre esto último, podríamos hablar de la violencia obstétrica, tema que da para otro interesante artículo.
Por otro lado, si, durante la valoración de tu suelo pélvico detecto que puede existir una causa neurológica, te recomendaré que visites un neurólogo.
Después de este examen, se programan 10 sesiones. Claro que tu suelo pélvico puede tardar más tiempo en rehabilitarse, sobre todo si ya existe una disfunción.
El objetivo de estas 10 sesiones no es solucionar tu problema al 100%, sino enseñarte a realizar estos ejercicios de manera autónoma para que los puedas incorporar en tu día a día sin tener que recurrir a terapia.
Mi programa de 10 sesiones: ¿como funciona?
Paso 1
Para empezar, te haré tomar consciencia de tu abdomen profundo mediante ejercicios de respiración e hipopresivos.
Para los ejercicios, requerimos la movilización de músculos que no acostumbramos a utilizar. Por eso este paso es tan importante.
Paso 2
Cuando lo consigas, activaremos el suelo pélvico, tanto en su conjunto como por zonas mediante otros ejercicios de movilización activa.
Paso 3
Durante la última sesión, te daré consejos fáciles para aplicar estos ejercicios en tu día a día. Te contaré como puedes trabajar tu suelo pélvico mientras vas en transporte público, mientras te relajas viendo la tele, etc.
Paso 4 (opcional)
Si lo deseas, puedes volver más adelante para que analicemos tus progresos y nos aseguremos de que estás alcanzando tus objetivos.
La primera sesión, que dedicamos a valorar el estado de tu suelo pélvico, tiene una duración de 1h. A partir de ahí, practicamos los ejercicios en sesiones de 30 min.
Verás que las primeras veces tendrás agujetas o incluso molestias en la espalda. ¡Lo mismo que si fueras al gimnasio y ejercitaras un músculo por primera vez!
Seguro que ya has entendido la importancia de cuidar tu suelo pélvico. Pero, para que también lo tengas en cuenta, me gustaría destacar la profunda mella psicológica que estos problemas pueden llegar a acarrear.
Si tú también sufres de alguna disfunción de suelo pélvico, espero haberte hecho tomar consciencia de que no estás solo/a y que existen soluciones a tus problemas.
Y aunque este no sea tu caso, te animo a que consideres la prevención como método para no sufrir ninguno de estos problemas que, como ya has visto, son más frecuentes de lo que solemos pensar.
¿Te animas a trabajar tu suelo pélvico a partir de ahora?
Recupera tu centro de poder
Programa para restablecer la salud de tu suelo pélvico y abdomen profundo
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